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El texto, que recoge la experiencia de los equipos de las propias universidades para erradicar la violencia de género, está disponible en el sitio web del CRUCH, sección Publicaciones.
La rectora de la U. de Aysén y encargada de la Comisión de Igualdad de Género del CRUCH, Natacha Pino, y la rectora de la U. Metropolitana de Ciencias de la Educación, Elisa Araya, destacaron la relevancia del documento para las universidades, que deberán desarrollar modelos de prevención, investigación y sanción en el marco de la implementación de la Ley 21.369, que regula el acoso sexual, la violencia y la discriminación de género en la educación superior.
La presentación del texto contó con la participación de la subsecretaria de Educación Superior, Verónica Figueroa, y la presidenta de la Federación de Estudiantes de la U. de Santiago de Chile (FEUSACH) y vocera de la CONFECH, Noemí Quintana.
La idea de construir un modelo para abordar la violencia de género surgió en 2019, en el marco de los encuentros de la Comisión de Igualdad de Género del Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas (CRUCH) y, luego de un proceso de trabajo colectivo, a principios de mayo de este año se publicó el documento “Modelo Caleidoscopio: una propuesta de abordaje de la violencia de género en el contexto universitario”, disponible en nuestra web.
El texto fue elaborado por un equipo de 27 integrantes, entre directoras de género de universidades del CRUCH y sus quipos, además de diversos/as colaboradores/as, y gracias al liderazgo de la Coordinadora del Eje de Erradicación de Violencia de la comisión, Angélica Marín, de la U. Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE), y la profesional de la misma universidad, Lorena Pezoa.
“La construcción del modelo es fruto de varios años de trabajo colaborativo de las universidades CRUCH que conforman este Eje y recoge la experiencia de los equipos de las propias instituciones para erradicar la violencia de género”, señaló Angélica Marín. “Ha habido un trabajo arduo, un trabajo en que hemos logrado encontrar puntos de encuentro y criterios mancomunados. Son recomendaciones para la acción del conjunto de la comunidad universitaria, pues la tarea de erradicar la violencia de género es institucional”, agregó.
El principal objetivo del Modelo de Intervención Caleidoscopio es colaborar en el abordaje y erradicación de todas las formas de violencia de género al interior de las casas de estudio que forman parte del CRUCH.
En cuanto al nombre del modelo, Marín explicó que “se inspira en los movimientos y diversidad de imágenes que ofrece un caleidoscopio, que al girar expone distintas posibilidades en base a combinaciones de elementos como la luz, piezas de colores, espejos. Con ello, se hace referencia a los múltiples aspectos y dimensiones que deben considerarse en el abordaje de la violencia de género”.
Aporte para la planificación de acciones
Más de cien personas conectadas de manera telemática de distintas ciudades de Chile, Argentina, México y Colombia, participaron en la presentación del “Modelo Caleidoscopio”, el pasado 3 de mayo. En la ocasión la rectora de la U. de Aysén y encargada de la Comisión de Igualdad de Género del CRUCH, Natacha Pino, valoró y agradeció el trabajo de la instancia.
“Para mí es todo un orgullo poder acompañarlas en la labor que realizan. Creo que mucho de lo que se ha logrado en las universidades tiene que ver con el empuje y el trabajo que ustedes le han dedicado y creo que eso es bien importante relevar y agradecer”, enfatizó la rectora.
La rectora Pino destacó el documento “como un aporte para planificar nuestras acciones y medidas concretas”, tanto en “la elaboración de nuestras políticas como en el desafío de implementar la ley 21.369, que regula el acoso sexual, la violencia y la discriminación de género en el ámbito de la educación superior”. En este contexto, las universidades deberán desarrollar modelos de prevención, investigación y sanción.
Por su parte, la rectora de la U. Metropolitana de Ciencias de la Educación, Elisa Araya, se refirió al documento como “un regalo”. Añadió que el momento histórico de Chile es propicio para generar cambios y manifestó su certeza en que “esta red de instituciones, de personas, de mujeres, de hombres, seguirán trabajando”, con el propósito de “entregarle al país alternativas de justicia, de paz y de sostenibilidad”.
En tanto, la presidenta de la Comisión de Igualdad de Género, Antonia Santos, junto con reconocer “el buen trabajo, persistencia, interés, voluntad, de las participantes de este trabajo colectivo”, resaltó los avances de las universidades desde que se creó la comisión en el 2018, así como los ejes que han orientado la labor: erradicación de la violencia, institucionalización y transversalización.
A continuación, planteó que es necesario “entender que la violencia y la atención de la violencia forma parte de las políticas de igualdad de género al interior de las universidades y que será posible la aplicación del modelo en la medida que fortalezcamos y aumentemos ese reconocimiento y esa institucionalización de las direcciones de género en las instituciones de educación superior”.
En cuanto a los próximos pasos, Santos dijo que “nos queda mucho camino por aprender, debatir, colaborar y construir, en este compromiso con la igualdad de género en las instituciones de educación superior”.
Incentivo a la colaboración interinstitucional
En la presentación del documento, la subsecretaria de Educación Superior, Verónica Figueroa, sostuvo que “hablar de violencia de género y contar con aportes que nos permitan hacerlo evidente, que nos permitan hacer conciencia respecto de aquello, no es una tarea solamente de las mujeres, sino de la sociedad y, por cierto, que lo que tenemos que despatriarcalizar es la sociedad y, las universidades, las instituciones de educación superior, son espacios de poder, que contribuyen de manera importante a generar cambios sociales”.
Con respecto a los espacios universitarios, planteó que es “doloroso” reconocer que “las universidades no están ajenas a la violencia estructural de género y cómo, muchas veces, se reproduce la violencia en esa cotidianeidad, desde los ejemplos que se utilizan en el aula, la falta de referentes mujeres en los espacios académicos, en los espacios de poder, o cómo la propia estructura universitaria y las reglas que rigen dentro de las universidades contribuyen a mantener condiciones desiguales e, incluso, a propiciar la violencia de género”.
En cuanto a la propuesta del libro, Figueroa indicó que “puede servir para generar o incentivar tanto la colaboración como la generación de nuevas propuestas en otros espacios de las instituciones de educación superior”.
Agregó que “tenemos muchos desafíos desde la Subsecretaría de Educación Superior y, como muy bien lo representa este libro, ninguna solución se puede dar en solitario, requiere generar alianzas en los distintos espacios para poder avanzar hacia políticas interseccionales, interinstitucionales, que realmente aborden la violencia de género como un problema estructural de nuestra sociedad y no solamente como una preocupación de la educación superior, sino de los distintos abordajes de política pública. Nos hemos asumido como un gobierno feminista y eso tiene que tener un correlato, tiene que tener una evidencia en cada una de las acciones que emprendamos y decisiones que tomemos”.
Caminos que se abren
También participó en la presentación del texto Noemí Quintana, presidenta de la Federación de Estudiantes de la U. de Santiago de Chile (FEUSACH) y vocera de la Confederación de Estudiantes de Chile (CONFECH).
La dirigenta estudiantil valoró que en el documento “se reconozcan, desde la institucionalidad, cosas que son levantadas desde el mismo estudiantado, desde las bases y que después se vea reflejado en leyes. Esto es muy positivo y decimos, bueno, no fue en vano la lucha”.
Quintana recordó el mayo feminista de 2018, que “fue una explosión” que permitió visibilizar los casos de abuso en las universidades y si bien “fue duro ese momento, pero nos da ahora pie para que tengamos una ley que pueda regularizar esa situación”.
También agradeció el trabajo de quienes trabajaron en el modelo caleidoscopio y dijo que son importantes “los caminos que se van abriendo con estos aportes que hacen las personas que trabajan en esto día a día” y expresó que espera que “las instituciones lo puedan tomar y aplicar”, de modo que se puedan cumplir “los sueños que tenemos de que se pueda erradicar algún día la violencia de género y podamos tener ese enfoque de género que anhelamos las instituciones”.
La presentación está disponible a continuación.
Contenido de la publicación
El documento completo, que está disponible en el sito web del CRUCH, sección Publicaciones/Libros, está organizado en cuatro capítulos: Introducción al Modelo de Intervención Caleidoscopio; Enfoques del Modelo Caleidoscopio; Dimensiones del Modelo Caleidoscopio; y Aspectos Transversales al Modelo Caleidoscopio.
En el primer capítulo se ofrece una introducción al modelo, su objetivo y una matriz de resumen del modelo caleidoscopio. En el segundo, se da cuenta de los enfoques del modelo para abordar la violencia de género, esto es, enfoque de derechos humanos y enfoque interseccional.
En el tercer capítulo se presentan tres dimensiones del modelo. La primera dice relación con los planos de la violencia de género (directa, cultural y estructural), la segunda se refiere a los niveles de intervención y, la tercera, identifica un continuo de nueve líneas de intervención: desde lo promocional, preventivo, atención de las personas afectadas, reparación, protección, acceso a la justicia, la atención socio educativa, la reincorporación comunitaria, hasta la generación de conocimiento.
Por último, en el cuarto capítulo se abordan aspectos transversales del modelo, como las redes y la articulación intersectorial de lo público, privado y comunitario. Al respecto, Angélica Marín explica que “entendemos que este modelo es una respuesta institucional de la universidad en su conjunto, no de las oficinas de género en particular o de los programas que trabajan en violencia en particular, es una respuesta que convoca a distintos actores al interior de nuestras comunidades”.
Otro aspecto transversal es “el trabajo de promoción de relaciones igualitarias, de educación no sexista, donde estén puestos esos pilares fundamentales de igualdad de género que nos permitirían evitar o ir en la erradicación de la violencia de género”, dice Marín. También, el cuidado de los equipos en distintos niveles (a nivel institucional, de los propios equipos y la responsabilidad individual para cada uno de los que trabajamos en violencia de hacer para cuidarnos profesionalmente).