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El académico y Premio de Ciencias Naturales 2021 asegura que “hace falta una política estable en materia de ciencia, lo que es muy sorprendente que no exista. En este momento y los años que vienen, la ciencia y la tecnología pasan a jugar un rol estratégico importante en el desarrollo de un país, que tiene que ver con competencias, con desarrollo de nuevas ideas, nuevas empresas, nuevas vocaciones”.
Este destacado académico del Departamento de Ecología de la Pontifica Universidad Católica de Chile, fue condecorado este año con el Premio Nacional de Ciencias Naturales. El galardonado lleva más de 45 años de trayectoria en el área y se convirtió en el undécimo acreedor del reconocimiento. Aparte de su reconocido trabajo en el departamento de Ecología con las algas, es autor de documentos sobre el impacto de la ciencia iberoamericana y ha ejercido como asesor de Ciencia y Tecnología del Ministerio de Economía de Hugo Lavados en la presidencia de Bachelet, miembro del Consejo Superior de Educación además de trabajar en la Conicyt, donde fue uno de los gestores de los Fondap y trabajó en el programa de FONDECYT.
Su aporte clave en el desarrollo de la ecología y la botánica marina en Chile, y su condición de experto mundial en la reproducción y dispersión de microalgas, transformaron a Bernabé Santelices González (66 años) en el ganador del Premio Nacional de Ciencias Naturales 2012.
No obstante ser un hombre de ciencias por donde se le mire, no le gusta estar solamente dedicado al laboratorio sino que intervenir desde fuera cómo se pueden mejorar en el país las condiciones para hacer ciencia. “Aparte que me gusta hacer ciencia, también me gusta pensar en cómo mejorar lo que hacemos, no solo del punto de vista científico sino del punto de vista de cómo se administra la gestión de políticas públicas y ver qué es lo que se puede modificar”.
¿Cómo ve que se están abordando actualmente las políticas públicas en ciencia y tecnología?
– Creo que hay algunas cosas en que el nuevo gobierno lo ha hecho bien y hay otras que estamos al déficit. Ha habido decisiones que tienen que ver con reforzar algunos instrumentos de ciencia y tecnología, es una buena medida por ejemplo darle más recursos a Fondecyt, elevando el número de proyectos que se aprueban y teniendo aprobado el 50% de todos lo que se presentan. Creo que la gente le ha dado confianza para seguir presentando sus proyectos y seguir haciendo sus cosas, lo que sin duda tiene como resultado un espectro más amplio y más grande de gente trabajando en ciencia.
O sea, ¿los avances en Chile en materia de Ciencia y Tecnología no van acordes con la velocidad de la Sociedad del conocimiento?
-Claro, lo que pasa es que hace falta una política estable en materia de ciencia, lo que es muy sorprendente que no exista. En este momento y los años que vienen, la ciencia y la tecnología pasan a jugar un rol estratégico importante en el desarrollo de un país, que tiene que ver con competencias, con desarrollo de nuevas ideas, nuevas empresas, nuevas vocaciones. A ningún país se le ocurriría tener un componente estratégico sin una política de mediano plazo detrás, que no esté cambiando cada vez que se hace cargo un nuevo presidente, eso no ocurre con la ciencia, lo que es una brutalidad porque necesitamos un programa de desarrollo estratégico de educación, de ciencia, tecnología e innovación. Esto en los países industrializados no lo visualizarían como posibilidad, suena tremendamente remoto. Nosotros estamos viviendo así hace mucho tiempo.
En este contexto sociopolítico, ¿dónde y cómo se insertan las universidades del CRUCH?
-De las universidades del Consejo de Rectores, seis, son las que hacen el 75% de la investigación que se publica en Chile. Más que dónde y cómo las inserto, te diría que son ellas el motor de lo que se está haciendo y todo el mundo lo conoce, o sea es la Universidad de Chile, la Universidad Católica, la Universidad Austral, la Universidad de Santiago, la Universidad de Concepción y la Pontifica Universidad Católica de Valparaíso. Luego, el 25% de publicaciones que se producen en Chile lo genera un núcleo de otras 10 universidades que son todas del CRUCH, a excepción de la Universidad Andrés Bello. Este es un aspecto muy típico de Iberoamérica, las universidades son las que hacen el fuerte de la investigación, las empresas no hacen eso. Además, las universidades son las que producen un alto número de patentes, por lo menos en un 30%, y el último producto que las universidades generosamente ofrecen a la sociedad es la formación de cuadros de nuevos científicos y tecnólogos con alto entrenamiento. En ciencia en Chile son las universidades del CRUCH las que llevan la delantera. No hay otro lugar donde se esté haciendo todo esto, puede que se haga pero marginalmente, que algún Instituto esté publicando 20 papers al año, pero de los 1300 que publica Chile, se hacen en las universidades del Consejo un 98%.
Con respecto a la formación de Capital Humano Avanzado, usted ha sido formador de muchas generaciones en Chile, ¿cómo ve usted la inserción de la gran cantidad de doctores que volverán a Chile en los próximos años?
-Se anticipa un problema que va a ser mayúsculo si es que no se le pone coto, que va a ser muy ingrato. Tenemos 800 jóvenes volviendo a Chile en los próximos dos o tres años, donde hay un número alto de científicos. Si dejamos al mercado que resuelva, no lo va a resolver o vamos a tener a los estudiantes manejando taxis, como sucedió alguna vez en España o volviéndose a los países en donde se formaron, por carecer de un programa de recepción que vaya a dedicarse a capturarlos de vuelta y a insertarlos en distintas universidades o empresas. Creo que vamos a perder parte de los mejores estudiantes que van a preferir quedarse en el extranjero, donde la cosa la tienen relativamente segura y es una lástima porque necesitamos a los mejores. Esto ya debiera dejar de ser tema y empezar a ser solución.
Si usted pudiera solucionar este problema de la inserción que se viene, ¿qué haría?
-Yo asesoré al ministro de Economía Hugo Lavados cuando se echó a andar lo de Becas Chile (de la ex Presidenta Michelle Bachelet) y elaboramos una proposición, que en el fondo, amarraba al individuo de vuelta y que le daba una oportunidad a muchas instituciones nacionales de poder mejorar su personal, con el compromiso que las personas volvían a trabajar en esa institución por un período. Pero eso ya no se hizo, así que soñemos: imagínese cuantos médicos jóvenes se podrían beneficiar si los hospitales o clínicas donde están trabajando, tuviesen acceso a estas becas; piense en toda la gente que tiene que manejar los sistemas de reserva terrestres y marinas por parte del Estado (Conaf, la Subsecretaría de Pesca, la Dirección de Pesca, etc.; piense en toda la gente que trabaja en el Ministerio de Agricultura, cómo no van a ser perfeccionables.
¿Cómo ve la crisis de la educación en Chile, la que se ha expresado de forma masiva y pública en estos últimos años?
– Hay algunas cosas que son evidentes en este país y que me llama mucho la atención que la gente que ve políticas públicas en este país no le resulten tan evidentes. A mí, mis padres me dieron toda la educación que me podían dar y en eso no escatimaron esfuerzos y esto fue hace 50 años atrás y eso no ha cambiado, esta es una de las características de este país, que los padres se sacan la mugre por poner al niño en un lugar donde pueda tener una buena educación y de ahí es donde sale en parte el endeudamiento actual. En consecuencia, es algo predecible, entonces me llama mucho la atención que las políticas públicas en un momento determinado no hayan considerado esto y hayan permitido que esta cosa llegase hasta el extremo que llegó. Ahora hay un interés que se está bajando, espero que se apruebe y que ojalá pueda seguir bajando, pero lo que me sigue llamando la atención sin embargo, ¿Dónde está el control de calidad? Este es un mercado elástico, como dicen los economistas, y cuando uno tiene esa situación siempre corre riesgo de que la demanda sea tan grande que cualquier cosa que tenga algo parecido a lo que el producto que se está queriendo lograr, se venda. Entonces, es verdad aumentó un número notable de universidades, pero la calidad de muchas de esas cosas no se compara con otras que hacen las cosas en serio. El control de la calidad que es realmente clave en este asunto es incomprensible que no se tenga bajo control.
¿Usted cree que el gobierno se ha hecho cargo de la demanda social por hacer más equitativa la educación pública?
-Creo que los distintos gobiernos que se hacen cargo del desarrollo de un país tienen una lista de prioridades. Esta no era una lista de prioridades, esto explotó. Esto es un imponderable como lo fue el terremoto del 2010. Lo que a mi me llama más la atención es la incapacidad que estamos teniendo de sentarse aquellos que están gobernando con aquellos que no están gobernando y llegar a acuerdos. Imagínese lo que costó para llegar al acuerdo tributario, entonces me incomoda y me preocupa el que realmente tome una pelea extenuante para llegar a cualquier acuerdo. A mí no me pueden decir que si uno sienta a tres expertos en educación, tres expertos en economía, tres expertos de distinto tipo que sean más que nada expertos y no políticos, no van a tener solución para un problema como éste. Cómo no se va a poder, después de que los expertos dan la solución, ponerle el pigmento político necesario y negociar la manera cómo eso se va a implementar entre un lado y el otro. Hay que subirle $7000 a los trabajadores y nos demoramos un mes en discusión, mientras tanto esos mismos prójimos que no se ponen de acuerdo, se aumentan en dos millones de pesos la renta, sin tener que discutir ni pensar en lo muy caro que le va a costar al país. Entonces, estamos en una situación que por lo menos por mí no es entendible. Hay una manera de aproximarse a los problemas que yo no la había visto en Chile, que la encuentro muy desafortunada y que no conduce a análisis y a soluciones racionales, eso es lo que se echa de menos, la racionalidad en las soluciones.
*Fotografía: Ministerio de Educación